Sobre un largo adiós…

Qué perezoso día

que no quiere marcharse

hoy a su hora.

El sol,

ya tras la línea lúcida

del horizonte,

tira de él,

lo reclama.

Pero

los pájaros lo enredan

con su canto

en las ramas más altas,

y una brisa contraria

sostiene en vilo el polvo

dorado de su luz

sobre nosotros.

Sale la luna y sigue siendo el día.

La luz que era de oro ahora es de plata.

Otoño y otras luces

 

Ángel González

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